viernes, 20 de febrero de 2009

Desahogo Vital

  Dudas, autoreproches, inseguridades, insatisfacciones... No hay descanso ni paz de espíritu, es una búsqueda tan incesante como infructuosa. Momentos de claridad se diluyen como gotas en la lluvia, y a su llegada te cuentan secretos abandonados en las profundidades de la caverna, verdades aplastadas por el miedo y la rutina, que las mantienen cautivas como castigo a su osadía.
  A veces tocar fondo te hace libre, no hay nada que perder ahí abajo, puedes ver todo ese retorcido teatro desde la tribuna de autoridades sin miedo a que te salpique la mierda, pues ya estas empapado. Continuamente te preguntas porqué no eres la persona con la que soñaba tu mente de niño, porque no absorves lo que añoran tus ideales y expulsas lo que detestan tus entrañas. Sin embargo no elegimos como ser, solo elegimos si queremos aceptarnos o si queremos seguir chocando contra la misma pared de ingénua ensoñación. 
  Tus miserias te miran a la cara esperando una respuesta, pero dudas entre dejar que su retina envejezca hasta que ya no duela su presencia, o afrontar la lucha con tu armadura de ojalata y tu lanza oxidada.  Cualquier intento acaba convirtiéndose en un nuevo monumento a la frustración, y en obsesivos tributos a la nostalgia. Pero la lucha continúa, no deja de palpitar nuestra sed de vida. Algo te dice ahí dentro que tienes un sitio reservado en el mundo, y que si atrapas la sutil fragancia que desprende la armonía quizás puedas acomodarte en su aterciopelado regazo y calmar la angustia que atormenta tu ser.