miércoles, 1 de abril de 2009

Crisis

¡CRISIS! Esta palabra maldita, monopolizada hasta ahora por la prensa deportiva y sus tremendismos amarillentos, ha salido del armario, y se ha convertido en la gran revelación de este año. Es casi una forma de vida, una religión, no hay nada que escape a su agotadora omnipresencia, y ya la tenemos tan asimilada que la mantenemos a salvo en nuestras mentes y con ello contribuimos a su grandeza. 
 Este enorme monstruo tiene un hambre insaciable y se ha puesto como objetivo acabar con nuestras esperanzas y expectativas, y por si no le tomamos en serio se carga cientos de rehenes cada día. 
 Salimos a la calle y todo tiene la misma apariencia, vemos a las mismas personas, todo el mundo parece tan capaz como siempre, pero aunque a primera vista no se perciba, todo ha cambiado, un silencioso cancer lo corrompe todo. Nos ha pillado sin defensas, sin barricadas, casi desnudos, ha venido sin anunciarse, sin darse importancia, como los sicarios profesionales, y ha empezado por merendarse a los más débiles de la manada. Nos ha despertado del sueño en el que nos encontrábamos sumidos sin ningún tipo de tacto, y nos ha devuelto a la cruda realidad de un país al que todavía le quedan algunos pasos para ser grande. Viviamos por encima de nuestras posibilidades, construiamos mucho más de lo que necesitábamos y haciamos ostentación de ello sin ningún pudor, y mientras surgían pequeños síntomas de que todo podía explotar mirábamos para otro lado, viviendo de las rentas, exprimiendo hasta la última gota la gallina de los huevos de oro, porque en eso somos una potencia mundial, es parte de nuestra identidad. Pero algo tan humano como vivir de las rentas se vuelve en nuestra contra demasiadas veces, y sorprendidos nos preguntamos como es posible que ocurran estas cosas, que los políticos no sean capaces de remediarlo. El problema es que ellos no son mas que un reflejo retorcido de la sociedad en la que vivimos, poco acostumbrada a asumir riesgos, con resquicios de ese complejo de inferioridad y sentido fatalista que arrastramos desde hace siglos. 
 Sabemos todo de la CRISIS, a diario nos bombardean con los datos de sus últimas hazañas; sin embargo eso no hace más q aumentar nuestra ansiedad y nuestra impotencia, y es que el virus letal que la acompaña ha mutado, y aún no conocemos la vacuna. Es tiempo para héroes de pizarra y tiza, héroes de libreta y calculadora, genios que se atrincheren en sus madrigueras para encontrar una solución, iluminados que sean nuestros ojos. 
 Y mientras nosotros nos rasgamos las vestiduras viendo la que se nos viene encima,  en algún agujero infesto del África subsahariana una irónica sonrisa desdentada se dibuja en la cara de algún moribundo, que no ha conocido otra cosa en la vida que miseria y hambre, y pensativo se pregunta qué es una crisis.

viernes, 20 de febrero de 2009

Desahogo Vital

  Dudas, autoreproches, inseguridades, insatisfacciones... No hay descanso ni paz de espíritu, es una búsqueda tan incesante como infructuosa. Momentos de claridad se diluyen como gotas en la lluvia, y a su llegada te cuentan secretos abandonados en las profundidades de la caverna, verdades aplastadas por el miedo y la rutina, que las mantienen cautivas como castigo a su osadía.
  A veces tocar fondo te hace libre, no hay nada que perder ahí abajo, puedes ver todo ese retorcido teatro desde la tribuna de autoridades sin miedo a que te salpique la mierda, pues ya estas empapado. Continuamente te preguntas porqué no eres la persona con la que soñaba tu mente de niño, porque no absorves lo que añoran tus ideales y expulsas lo que detestan tus entrañas. Sin embargo no elegimos como ser, solo elegimos si queremos aceptarnos o si queremos seguir chocando contra la misma pared de ingénua ensoñación. 
  Tus miserias te miran a la cara esperando una respuesta, pero dudas entre dejar que su retina envejezca hasta que ya no duela su presencia, o afrontar la lucha con tu armadura de ojalata y tu lanza oxidada.  Cualquier intento acaba convirtiéndose en un nuevo monumento a la frustración, y en obsesivos tributos a la nostalgia. Pero la lucha continúa, no deja de palpitar nuestra sed de vida. Algo te dice ahí dentro que tienes un sitio reservado en el mundo, y que si atrapas la sutil fragancia que desprende la armonía quizás puedas acomodarte en su aterciopelado regazo y calmar la angustia que atormenta tu ser.